<<I am not frightened of dying. Anytime will do, I don’t mind… ¿Why should I be frightened of dying?>> <<No tengo miedo de morir. En cualquier momento, no me importa… ¿Por qué debo tener miedo a morir?>> PINK FLOYD. Y de repente estaba ahí, sentado frente al espejo, todo se me hacía tan confuso. No entendía por qué estaba encerrado entre cuatro paredes esperando que alguien (de no sé dónde) me rescatara. Era un cuarto especial, como ningún otro, paredes amarillas y no necesariamente pintadas sino de mugre, en una de ellas había un espejo largo con manchas imposibles de sacar y, enfrente, una silla de madera vieja. Todo daba la impresión de tener siglos ahí, la silla comida por las polillas y el olor asqueroso a orina que provenía del váter, que se encontraba a escasos metros detrás de mí. ¿Qué hacía ahí? De verdad me lo preguntaba, pero no daba con la respuesta. No sé por qué estaba ahí, o capaz que sí lo sé y no lo recordaba, me sentía como drogado, debió ser